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Bebés quisquillosos para comer ¿qué hacer con un picky eater?

    Bebé mira receloso una cuchara con comida

    María Bustabad Por María Bustabad · Licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Master en Nutrición

    Con la alimentación complementaria a veces surgen algunos problemas e inconvenientes que nos generan preocupación y dudas a las mamás, como los bebés selectivos con la comida.

    Decimos que un bebé es quisquilloso, selectivo o picky eater cuando presenta unas características especiales en su relación con la comida. El rechazo a probar nuevos alimentos suele aparecer cuando cumplen 1 año, con la fase más intensa en torno al año y medio o dos años. Normalmente se denomina “picky eater” y se sale de la norma cuando se mantiene el mismo comportamiento más allá de los 3 años.

    1. ¿Cómo sé que mi peque es un “picky eater”?
    2. Calma y paciencia
    3. Adapta e insiste
    4. No ofrecer alternativas ni picoteo
    5. Participación y ejemplo

    ¿Cómo sé que mi peque es un “picky eater”?

     Sabrás que tu bebé es un “picky eater” si le ves identificado con varias de estas afirmaciones:

    • Parece que siempre tiene hambre, sin embargo suelen comer poca cantidad y con pocas ganas.
    • Juegan con la comida en el plato. La agrupan, la separan, la apartan hacia los lados del plato…
    • Son muy sensibles a los olores. Además, muchas veces les generan rechazo los olores nuevos.
    • Son poco receptivos a los sabores nuevos. No les gusta probar comidas ni alimentos por primera vez.
    • “No me gusta” es una frase habitual aun sin haber probado el alimento en cuestión.
    • Son muy pocos los alimentos que comen con ganas. Su lista de alimentos preferidos se reduce a dos o tres, generalmente los más apetitosos para todos los niños.
    Bebé pone mala cara a un plato con puré

    Qué hacer si tenemos un bebé quisquilloso con la comida

    Si te das cuenta de que tu bebé cumple estas características, es muy importante actuar correctamente para no agravar el problema.

    Calma y paciencia

    Lo primero que siempre recomiendo a padres con cualquier tipo de problema con la alimentación de sus hijos es mantener la calma y no desesperar. La paciencia y el sentido común son básicas en la educación de los niños, y en la educación de la alimentación también. No conviene ser insistente ni presionarles a comer lo que no quieren. Si no, lo más probable es que solo consigamos mayor rechazo y resistencia a probar alimentos.

    Además, la hora de sentarnos a la mesa y disponernos a comer está rodeada de multitud de circunstancias que afectan positiva y negativamente en los hábitos que estamos enseñando a nuestro peque, y que le acompañarán en el resto de su etapa de desarrollo y en su vida de adulto. Ese momento debe ser un momento agradable, familiar (dentro de las posibilidades que los horarios de todos nos lo permitan) y debe estar exento de distracciones tales como juguetes, televisión, etc…

    Plato de comida para bebé con arroz, brócoli, tomates cherry y salmón

    Adapta e insiste

    Es importante que ajustemos nuestras expectativas sobre la cantidad de comida que nuestro bebé puede comer. Si le servimos demasiado, puede sentirse abrumado y perder el apetito. En cambio, es preferible ofrecerle poca comida y que repita si quiere más. Especialmente si se trata de introducir nuevos alimentos.

    Ofrece los alimentos nuevos una y otra vez hasta que los acepte ¡algunos bebés necesitan hasta 15 intentos! No siempre funciona con los peques quisquillosos, pero no hay que rendirse y seguir intentándolo, siempre en cantidades pequeñas y sin forzarlos.

    Ofrece alternativas al principio de la comida entre alimentos similares a ver si escoge una de las dos, por ejemplo patata y calabaza. Aunque implica cocinar el doble, la sensación de control que le da al bebé puede animarle a comer con más ganas.

    Bebé comiendo una galleta

    No ofrecer alternativas ni picoteo

    Si rechaza una comida no se debe ofrecer al bebé otra alternativa que le guste más, y debe tener en su plato lo mismo que el resto de la familia o niños que coman en la misma mesa. Ofrecer diferentes alternativas tras un rechazo a un alimento puede convertirse para el niño en un juego muy tentador al llegar la hora de comer.

    Tratar de evitar las comidas extra fuera de horarios de comer o merendar es otra estrategia a seguir. A veces, pequeños picoteos entre comidas hacen que el niño tenga sensación de saciedad cuando llega la hora de la comida y no le apetezca demasiado lo que le ofrecemos. Es preferible esperar un poco más antes de darle algo para picar y que llegue con más ganas a la siguiente comida. Evitemos zumos, una galleta, o este tipo de snacks entre comidas y observemos si su apetito mejora.

    Mamá ofrece hortalizas frescas a bebé para que pueda tocarlas

    Participación y ejemplo

    Hacerle participar en la preparación de los alimentos o incluso en la compra de los mismos es una muy buena estrategia para establecer buenos hábitos y relaciones con la comida. Generalmente les produce más curiosidad probar alimentos que han sido preparados por ellos mismos o que han colaborado en su preparación. Puedes ir con el bebé a la compra y luego en casa dejarte tocar las frutas, verduras, etc. Ponle en la trona mientras cocinas para que te vea (siempre a una distancia de seguridad razonable, por supuesto).

    Y siempre debemos tener presente que nosotros somos un ejemplo para ellos, y los hábitos que nosotros tengamos, ellos tratarán de repetirlos. Si nosotros probamos, comentamos y disfrutamos con los alimentos, ellos tenderán a tener actitudes más positivas frente a la comida en general.

    Bebé comiendo sola con cuchara

    Si aplicamos todas estas recomendaciones, lo más probable es que el bebé mejore un poco en cuanto a su actitud y se anime poco a poco a probar diferentes alimentos. En el caso de observar que el problema se agrava, es conveniente consultar con  un pediatra especialista que pueda detectar cualquier tipo de carencia o incluso descarte otro tipo de problemas que pudiéramos estar pasando por alto.

    Y recordad siempre que si el bebé sigue su desarrollo de forma adecuada y no se detecta ninguna deficiencia, debemos pensar que su alimentación está siendo adecuada en cantidad y tipo de alimentos. Muchas veces, lo que un niño necesita para su crecimiento no es igual a lo que necesita otro de la misma edad, ni de la misma familia.

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